martes, 9 de marzo de 2010

SRI LANKA

COLOMBO

El aeropuerto parece recientemente reformado, muy moderno también. Me decido a ir en bus a Colombo, que está a unos 30 kms del aeropuerto. No se si hay otro bus directo, pero primero he tomado una especie de lanzadera que nos ha sacado del recinto del aeropuerto y después he subido al bus que nos ha llevado a Colombo (200 LKR). Nuestro conductor es un horror al volante, al estilo indio. Buena parte del trayecto es zona urbana. Es como India, pero quizás un poco más evolucionado. No hay tanta basura por las calles e incluso encuentras algún supermercado. La temperatura es buena, pero está muy nublado.

Al llegar a Colombo, el habitual acoso de conductores de rickshaw. El primero me ha pedido 500 LKR (3 EUR) por llevarme al hotel. El segundo 300 LKR y lo hemos dejado por 250 LKR. Más que el trayecto desde el aeropuerto. Creo que ha sido demasiado porque estaba muy cerca.

Casi está anocheciendo, pero me da tiempo de echar un vistazo rápido por el barrio de Fort, donde se encuentra el ‘Colombo City Hotels’. Es una ciudad fantasma. Como consecuencia de la guerra civil, muchos edificios fueron abandonados progresivamente. Casas deshabitadas, edificios que dejan ver un brillante pasado y ahora casi muertos o cayéndose a trozos. Los vecinos han desaparecido. Comercios cerrados y no porque sea sábado por la tarde. En los cruces de calles hay controles militares. En cada uno de ellos varios agentes con metralleta en mano y con cara de estar perdiendo sus vidas en esas esquinas. Interrogan a todo aquel que quiere entrar en las zonas cerradas. Hay puestos habilitados para realizar registros. Me revisan la mochila y me cachean a conciencia. Eso sí, están deseando hablar con alguien. Se aburren soberanamente. Me explican que está prohibidísimo hacer fotos en todo Fort y en la estación de ferrocarril. Cuando les preguntas, sólo dan una razón que no saben argumentar muy bien: ‘Security Zone’. Unas enormes vallas impiden el paso de vehículos. Tampoco tiene pinta de que nadie quiera traspasarlas porque no parece que haya ningún lugar al que ir. Tras la valla, un tramo de calle desierta. Únicamente sobreviven la sede del gobierno, el Bank of Ceylon, el World Trade Center y el Hotel Hilton. Intento cenar, pero dos de los locales que recomienda Lonely Planet están definitivamente cerrados desde hace tiempo. Diría que soy el único turista. Bienvenido al centro histórico de Colombo!

Caminando hacia el sur de Colombo, conozco a un habitante de la ciudad. Dice que trabaja como socorrista en la piscina del Hilton. Me habla de Colombo y me pregunta por mis intereses. Conversando llegamos hasta el templo budista de Gangaramaya. Me conduce por cada una de las estancias como si viviese allí, explicando cada detalle. Empiezo a sospechar que se trata de un guía profesional aunque en ningún momento me ha ofrecido sus servicios como tal. Reconoce serlo en el momento en que yo lo insinúo. Como todo guía profesional me conduce hasta la tienda de joyas (Sri Lanka produce zafiros y otras piedras preciosas). Juntos tomamos un bus para llegar al templo budista de Kelaniya Raja Maha Vihara, a las afueras de la ciudad. Insiste en acompañarme y en que sólo quiere hablar conmigo como periodista para darme a conocer la auténtica Sri Lanka. Para agradecer su simpatía le invito a comer. Me lleva a un restaurante de su confianza. Somos los únicos a la mesa. Me sugiere una ruta para realizar por el país y hablamos de política. Apoya al actual (noviembre de 2009) gobierno de izquierdas y no le gusta el papel de la oposición. Tampoco simpatiza con algunos medios de comunicación y afirma que deberían ser controlados para que no mientan. Considera también necesaria la importante presencia policial en las calles de Colombo: ‘por seguridad’.

SRI LANKA, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

-ANURADHAPURA

Anuradhapura es uno de los mayores yacimientos arqueológicos del mundo (4000 ha.). Es Patrimonio de la Humanidad desde 1982. Fue capital política y religiosa de Sri Lanka durante trece siglos (III a.C. - X d.C.). Actualmente es lugar sagrado para los budistas. Se encuentra a poco más de 200 kms. al norte de Colombo. 5 horas en bus. Incluye parada de relax de 15 minutos. Pago doble billete porque mi maleta ocupa un asiento. O quizás debería decir medio asiento. Son tan estrechos que me queda medio cuerpo fuera. Desde luego no destacan por la comodidad. La carretera es un horror: una calzada con un carril por sentido que atraviesa todos y cada uno de los pueblos. La velocidad media no puede ser muy elevada. El conductor nos martiriza con su conducción así como con la machacona selección musical a lo largo de todo el trayecto. El paisaje compensa todo eso. La carretera discurre entre cocoteros y campos de arroz. Niños vestidos de uniforme van al colegio.

Una vez en Anuradhapura, el conductor de rickshaw habla perfecto italiano. Vivió unos años en Venecia, pero regresó a Sri Lanka para casarse aquí. Primero me ofrece su ‘guesthouse’, luego intenta venderme una excursión. Lo que sea. El Grand Hotel Tourist Holiday Resort es un lugar con las suficientes comodidades a orillas del lago. Y del lago, el delicioso pescado con verduras que me sirven para la cena.

He alquilado una bicicleta, una manera muy agradable de desplazarse por la zona arqueológica de Anuradhapura. Prácticamente no hay vehículos a motor y el terreno llano es propicio. Eso sí, el sol pega fuerte. Los templos budistas reciben una gran afluencia de visitantes, incluso un martes, y especialmente mujeres.

-DAMBULLA

La siguiente etapa me lleve de Anuradhapura a Dambulla (1 hora, 130 LKR). Me dirijo al Templo Dorado, Patrimonio de la Humanidad. Este monasterio budista fue construido a base de cuevas en la roca, en una montañita a unos 160 metros sobre el nivel de la carretera. Entre sus tesoros, estatuas y pinturas de Buda. Por eso es un importante centro de peregrinación desde el siglo I a.C. Subo las escaleras. Tras el esfuerzo, sudando y empezando a llover, una vez arriba, me indican que la taquilla está abajo. No soy el único al que le pasa, así que deduzco que debe ser una estrategia habitual para conseguir las 100 rupias extras que cuesta que alguien de ellos baje a pagar tu entrada. La lluvia se convierte en tormenta. A esta hora del anochecer, los rayos iluminan la gran llanura boscosa en los alrededores de Dambulla. Ni rastro de otros turistas. Aquí sólo quedan el policía, un empleado y tres monjes budistas. Ninguno de ellos habla inglés. Al cabo de más de media hora, amaina la tormenta, los monjes toman los paraguas, unas pequeñas linternas mecánicas a las que hay que dar cuerda para que iluminen y se disponen a acompañarme hasta la entrada principal en la parte inferior. Temo estrellarme en cualquier escalón.

-SIGIRIYA

Tomo el bus de Dambulla a Sigiriya (1 hora, 25 LKR). Este recinto arqueológico Patrimonio de la Humanidad se encuentra en medio de la llanura boscosa central de Sri Lanka. La entrada no es barata para los extranjeros (2875 LRK), que en Sri Lanka suelen tener que pagar mucho más que los locales. Contiene los restos de un antiguo complejo palaciego del siglo V. Los jardines de la ciudad antigua se encuentran muy bien cuidados, pero el punto más característico (y uno de los más fotografiados de la isla) es el peñasco de granito de 370 metros de alto. También es conocido como la Roca del León. Se accede a la cima a través de una serie de galerías y escaleras que salen de las fauces de un colosal león construido con ladrillos y yeso. Vale la pena el esfuerzo porque las vistas son espectaculares, aunque en ocasiones la estructura no inspire demasiada confianza.

-KANDY

La ciudad sagrada de Kandy fue la última capital de los reyes sinhalas. Fue centro de la cultura cingalesa durante más de 25 siglos, hasta que los británicos llegaron a Sri Lanka en 1815. Caminar hasta el lago y luego bordearlo es un paseo muy agradable. Un chorro de agua vertical proyectado desde el centro nos recuerda a la ciudad suiza de Ginebra. El lugar más destacado de Kandy es el Templo del Diente de Buda, otro importante punto de peregrinación. Aunque la verdad es que no se aprecian muchos turista occidentales. Kandy se ve pronto, así que quizás tengas tiempo para desplazarte un poco a las afueras, hasta el jardín botánico de Peradeniya (600 LKR, mucho más que para los locales). En pocos minutos y sin tener que recorrer grandes distancias, te encuentras rodeado de una infinidad de especies de plantas. Llama la atención la avenida de las palmeras de los cocos gigantes. Un solo coco puede pesar de 10 a 20 kilos!! Me hospedo en el McLeod Inn de Kandy, una casa familiar ideal para alojarse. Hay que tomar un rickshaw para llegar hasta allí porque se encuentra en la ladera de una de las montañas sobre el lago, pero vale la pena. La familia es de lo más agradable y la casa está limpia y muy bien cuidada. La cena es espléndida (me he dado cuenta de que Sri Lanka los ingredientes (zanahorias, patatas…) tienen mucho más sabor que en Europa, son mucho más naturales y menos tratados). Las vistas espectaculares. Son las 20.30h. y soy el único que queda en el comedor. El resto de huéspedes se han retirado a sus habitaciones. Abajo, junto al lado, en Kandy parece que todo el mundo duerme ya a esta hora. Sólo se oyen algunos grillos o lo que quiera que sea eso.

DE KANDY A ELLA

Este debe ser uno de los trenes más lentos del mundo (160 kms. aprox. = 7h.30min. ), pero es toda una experiencia. El estado de conservación de la vía es pésimo, así que parece que vayamos en carro por un camino de piedras más que en tren. El trazado tampoco permitiría altas velocidades porque discurre entre montañas. Aquí, como en tantos lugares, el trayecto es más importante que el destino para el turista (probablemente no piensen igual los locales). El tren asciende poco a poco por las laderas hasta adentrarse en esa inmensa plantación de té que es esta zona de Sri Lanka. El país es el cuarto productor y el primer exportador mundial de té por lo que esta es una de sus principales riquezas. Las condiciones de temperatura, lluvia y humedad son aquí las ideales para su cultivo. Las vistas desde el tren son espectaculares y su velocidad permite disfrutar del paisaje.

GALLE

Galle (119 kms al sur de Colombo, 3.15 horas, 215 LKR) fue fundada por los portugueses en el siglo XVI. La ciudad vieja y sus fortificaciones fueron construidas por los europeos y son también Patrimonio de la Humanidad. Esta fue una de las zonas donde más se dejó sentir el tsunami de diciembre de 2004. Unas 30.000 personas murieron en Sri Lanka (segundo país más afectado), un gran número de ellas en Galle. Mi paso por la ciudad está envuelto en una ligera lluvia, así que no es día para pasear. Sí lo es para conversar con sus habitantes. Uno de ellos, en el vestíbulo de la estación, me comenta que el ferrocarril se encuentra igual que lo dejaron los británicos en el momento de la independencia (1948), ni una sola mejoría o ampliación de la red. Hay mucho funcionario que no da ni golpe. Cuenta que a algún ministro de turismo no le parecía bien que llegasen muchos turistas a la isla.

A poca distancia y minutos de Galle se encuentra la población de Unawatuna, un lugar ideal si lo que buscas es una buena playa para relajarte o practicar deportes acuáticos. Submarinistas de todo el mundo se sumergen aquí para descubrir el fondo del Índico. A pie de playa encontrarás todo lo que necesitas en pequeños hotelitos (como el Surf City), chiringuitos, bares (como el Kingfisher, con musical ‘chill out’) y restaurantes. Desde desayunar con unas espléndidas vistas al mar, recibir un masaje sin moverte de la hamaca (1000 LKR = 6 EUR) hasta cenar un fabuloso pescado fresco en una mesa con los pies en la arena (pescado, extra de patatas, bebida y ‘pancake’ de banana 1800 LRK = 11,50 EUR) o tomarte una copa a medianoche tumbado bajo las estrellas. Si prefieres una playa algo más solitaria, te puedes acercar durante el día hasta la ‘Jungle Beach’ (accesible en taxi o dando un paseo por el monte). No ofrece alojamiento ni ningún tipo de servicio, pero sí se puede divisar el Fuerte de Galle al fondo o compartir unos minutos con algún grupo de amigos locales que vienen a pasar el rato, a tomar algo juntos y a cantar.

FIN DEL CONFLICTO ÉTNICO

En mayo de 2009 el grupo terrorista de los Tigres Tamiles declaró el alto el fuego después de más de 70.000 muertos y 26 años de lucha contra el ejército de Sri Lanka. El enfrentamiento tiene su origen en la década de los 40 del siglo pasado cuando el gobierno colonial británico decidió trasladar a la isla a miles de tamiles procedentes de India para trabajar en las plantaciones de té. Tras la independencia, la minoría tamil se sintió discriminada por la mayoría cingalesa. La situación se fue complicando hasta que en 1984 nacieron los Tigres Tamiles como grupo armado. Con el tiempo, llegaron a controlar el tercio norte de Sri Lanka. Con el alto el fuego y la muerte del líder de los Tigres, Vellupillai Prabhakaran, la situación es mucho más tranquila y parece que en vías de solución definitiva. Como detalle anecdótico, de vez en cuando encontrarás algún control policial en las carreteras, pero, al contrario de lo que sucede habitualmente, los turistas son ignorados. Sólo los locales son obligados a bajar del autobús y a identificarse.

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